música para el corazón...

jueves, 17 de junio de 2010

David Wilkerson Today

TUESDAY, JUNE 15, 2010

HOMBRE PROBADO

"Dios lo dejó, para probarle" (2 Crónicas 32:31).

Nos hemos preocupado tanto en probar a Dios que no hemos preparado nuestros
corazones para las grandes pruebas de la vida en las que Dios prueba al hombre.
¿Puede ser que la gran prueba que usted está ahora afrontando, la carga que
usted está llevando, es, en realidad, Dios obrando en usted, probándolo?

"Probó Dios a Abraham, y le dijo: Toma ahora tu hijo… y ofrécelo allí en
holocausto" (Génesis 22:1-2). Dios probó una nación entera para saber lo que
en realidad había en su corazón. "Te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta
años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en
tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos" (Deuteronomio 8:2).

Vemos algo asombroso en 2 Crónicas 32:31: Dios dejó a un gran rey por una
temporada, para probarlo. "Dios lo dejó, para probarle, para hacer conocer
todo lo que estaba en su corazón".

A menudo, mientras el siervo del Señor se encuentra en una búsqueda correcta
de la obra de Dios, éste se halla a sí mismo, aparentemente abandonado,
probado hasta los límites de su resistencia y dejado solo en la batalla contra
las fuerzas del infierno. Todo hombre que haya sido bendecido, ha sido probado
de la misma manera.

¿Se encuentra usted en circunstancias extrañas? ¿Se siente solo y
abandonado? ¿Pelea una batalla perdida contra un enemigo impredecible? Éstas
son señales de un proceso de prueba.

La victoria siempre es deseada, pero en caso de fallar, recuerde: Es aquello
que queda en su corazón en lo que Dios está interesado, su actitud después
de haber ganado o perdido la batalla solitaria. Su devoción hacia Él a pesar
del fracaso, es el deseo de Dios.

Jesús ha prometido nunca dejarnos o abandonarnos, pero el registro de la
Escritura revela que hay momentos en los que el Padre abstiene su presencia
para probarnos. Aun Cristo experimentó ese momento solitario en la cruz. Es en
esos momentos, en los que nuestro bendito Salvador es más sensible a nuestras
debilidades, y susurra: "Yo oro por ti, que tu fe no falte".

Jesús dice que debemos tomar nuestra cruz y seguirle (ver Mateo 16:24). ¿Qué
es la cruz? Es la carne con su fragilidad y debilidad. Tómela, muévase en fe,
y la fuerza de Dios se perfeccionará en usted. La cruz del "yo" y el pecado,
que usted lleva, ¿es muy pesada? Entonces, amigo mío, tome su cruz y siga.
¡Él entiende y está ahí, a su lado, para levantar la pesada carga!

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